quién puede ser titular de un CAE

¿Y la fabricación y baterías de los coches eléctricos?

Un argumento frecuente contra los eléctricos es que la fabricación —especialmente de la batería— tiene un alto coste ambiental. Eso es cierto, pero hay un matiz crucial: ese impacto inicial se compensa con el uso prolongado y eficiente del vehículo.

Cuando ese uso implica un ahorro real de energía al sustituir un vehículo térmico, ese ahorro puede certificarse con CAE. Por tanto, el balance global —fabricación + uso + certificación de ahorro— suele ser muy favorable.

Además, a medida que la red eléctrica se descarboniza y aumenta la proporción de renovables, ese balance mejora aún más.

En este contexto, pasarse al eléctrico y tramitar CAE es una forma razonada de tomar decisiones sostenibles, conscientes y económicamente justificadas.

La fabricación de un vehículo eléctrico genera más emisiones iniciales que la de un coche convencional debido a la producción de su batería. Sin embargo, durante la vida útil del vehículo, ese impacto se compensa con creces gracias a su menor consumo energético y a la ausencia de emisiones en circulación.

Cuando sustituyes un coche de combustión por uno eléctrico, ese ahorro global puede certificarse y obtener un certificado de ahorro energético (CAE), reforzando aún más la sostenibilidad del cambio. Si además cargas con energía renovable, el beneficio ambiental se multiplica.

Así, el coche eléctrico es una pieza clave para reducir emisiones a largo plazo, y el CAE permite poner en valor ese ahorro energético real.

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